Si los diplomáticos tienen “días de la marmota”, como el personaje de una popular película que está condenado a revivir las mismas 24 horas una y otra vez, quizás Antony Blinken, el secretario de Estado de los Estados Unidos, sintió cierto hartazgo a medida que su avión llegaba a Oriente Medio en su más reciente viaje.
Es su octava gira diplomática por la región en los ocho meses transcurridos desde los ataques de Hamás contra Israel el 7 de octubre del año pasado.
La política de tratar de negociar el fin de la guerra en Gaza y el intercambio de rehenes israelíes por prisioneros palestinos ya era de por sí complicada.
Pero ahora está más enredada que nunca luego de que el líder de la oposición israelí Benny Gantz renunció al gabinete de guerra del primer ministro Benjamin Netanyahu, junto con su aliado político Gadi Eisenkot. Ambos son generales retirados que dirigieron las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) como jefes de estado mayor.
Sin Benny Gantz, los estadounidenses han perdido a su contacto predilecto en el gabinete. Ahora que ha vuelto a la oposición, Gantz quiere que se convoquen nuevas elecciones -es el favorito de las encuestas para ser el próximo primer ministro-, pero Netanyahu está a salvo mientras pueda mantener la coalición que le da 64 votos en el parlamento israelí de 120 miembros.
Eso depende de que mantenga el apoyo de los líderes de las dos facciones ultranacionalistas. Se trata de Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional, y Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas.
Ese es el punto en el que la misión del secretario de Estado Blinken choca con la política israelí. El presidente Joe Biden cree que ha llegado el momento de poner fin a la guerra en Gaza.
La labor de Blinken es intentar que eso suceda. Sin embargo, Ben-Gvir y Smotrich han amenazado con derrocar al gobierno de Netanyahu si acepta un alto el fuego sin estar satisfechos de que Hamás haya sido eliminado.
Son nacionalistas judíos extremos, que quieren que la guerra continúe hasta que no quede rastro de Hamás.
Creen que Gaza, como todo el territorio entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, es tierra judía que debería ser colonizada por judíos. Argumentan que los palestinos podrían ser instados a abandonar Gaza “voluntariamente”.
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vía: BBC News Mundo