Camille Gamarra y Diego Gallardo se sentaron en su sala de estar y observaron cómo un grupo de hombres armados irrumpieron en un estudio de noticias de la televisión local, tomando como rehenes a presentadores y personal durante la transmisión en vivo.
Las personas que vieron lo ocurrido quedaron atónitas, y rápidamente se corrió la voz en las redes sociales y a través de mensajes de WhatsApp de ataques simultáneos que se estaban llevando a cabo en la ciudad más grande y posiblemente más violenta de Ecuador, Guayaquil.
De repente, los residentes, incluidos Camille y Diego, estaban buscando un lugar seguro para ellos y sus seres queridos.
El hijo de 10 años de la pareja estaba en la escuela al otro lado de la ciudad y Camille corrió por las llaves de su auto para recogerlo. Pero Diego la detuvo.
“Me dijo: ‘Si algo te sucede, nuestros hijos y yo no sabríamos cómo afrontarlo. Ellos te necesitan. Quédate aquí. Yo voy'”, relata Camille, con la mirada perdida mientras las lágrimas corren por su rostro.
Le envió un mensaje a Diego mientras él se dirigía a la escuela, cuando recibía alertas de más violencia en toda la ciudad: las pandillas atacaban hospitales, universidades y centros comerciales.
El último mensaje de Diego a Camille decía que estaba a solo dos minutos de la escuela. Pero varios minutos después, su hijo llamó a Camille, asustado y preguntando si alguien iría a buscarlo.
Camille intentó repetidamente llamar al celular de Diego para averiguar dónde estaba y finalmente le respondió un coronel de la Policía. A Diego lo había alcanzado una bala durante una aparente ráfaga al azar. En ese momento, las barricadas policiales ya estaban levantadas y Guayaquil estaba cerrado.
“No pude rescatar a ninguno de los dos”, dice Camille, rompiendo a llorar. “Me sentí impotente. No pude hacer nada”.
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vía.CNN